Qué desventajas tiene el uso de las tarjetas de crédito

Habitualmente se ensalzan las ventajas del uso de las tarjetas de crédito. Son un instrumento financiero eficaz, que, bien utilizado puede realmente ofrecer ventajas a las finanzas personales.

Sin embargo, no tantas veces hablamos de las potenciales desventajas de este método de pago. Y las tiene, alguna de ellas realmente importante.

Qué tener en cuenta al analizar las desventajas de las tarjetas de crédito

En primer lugar, el usuario debe ser consciente de su situación respecto a las tarjetas de crédito. Esto tiene que ver tanto con la condición financiera propia, como con el uso que se le da a la tarjeta.

En general, con un uso correcto dentro de una buena administración de la economía personal, la tarjeta de crédito será una herramienta funcional, útil y con una buena integración en las finanzas personales. Pero, para ello, debes medir muy bien cómo la utilizas y para que la utilizas.

Un ejemplo de mala gestión de las tarjetas de crédito es el uso constante de disposiciones de dinero en metálico al crédito. Esto, como veremos más adelante, es un hecho bastante frecuente que puede conducir al endeudamiento masivo del usuario.

En otro vértice, un ejemplo de buena gestión, es aquella persona que tiene una tarjeta de crédito concreta, con los límites de crédito ajustados a su realidad financiera, y que utiliza la tarjeta para su mejor función: pagos aplazados e imprevistos.

La desventaja del crédito en las tarjetas

Curiosamente, su principal ventaja es también su mayor desventaja: el crédito. Una tarjeta de crédito permite disponer de dinero a modo de financiación.

Por tanto, puedes llegar a realizar pagos o disposiciones en metálico incluso si no tienes saldo a débito correspondiente. La cuestión es que, transcurrido un periodo de tiempo (generalmente al mes siguiente del uso o disposición en metálico) tendrás que abonar la deuda.

Este uso del crédito, mal gestionado, es uno de los motivos principales de deuda acumulada en las finanzas personales. Curiosamente, se tiene cierta tendencia a considerar la tarjeta como una herramienta de financiación y esto es muy complicado para la mayoría de economías: de hecho, simplemente no es cierto.

Cuando se utiliza la tarjeta como herramienta de financiación se están asumiendo costes de intereses muy elevados, mucho más elevados que la gran mayoría de préstamos personales.

Por ejemplo, no es raro encontrar tarjetas de crédito con intereses en torno al 18%, mientras que un préstamo personal medio a un usuario con un buen puntaje le puede suponer unos intereses alrededor del 8%. De hecho, dependiendo del tipo de préstamo estos intereses pueden bajar de manera sensible.

Como puedes ver, la diferencia es simplemente abrumadora. Con la variable añadida de que, en el caso de las tarjetas, los costes de morosidad e impago son incluso superiores a los de un préstamo común. Además, también hay que sumar, que el uso de disponible en metálico aumenta el coste ya que se suman las comisiones por disposición.

La desventaja de los gastos y comisiones en las tarjetas por disposición en metálico

En los años que se han venido a llamar de “crédito feliz” hubo algunos movimientos por parte de los grandes bancos para disminuir las comisiones de uso de las tarjetas. Sin embargo, tras la crisis económica y bancaria de 2009, poco a poco estos gastos han ido apareciendo de nuevo.

Si bien es cierto que no nos encontramos en la misma situación en cuanto a aplicación de comisiones que en el pasado siglo, cuando estas comisiones eran verdaderamente elevadas, no es menos cierto que en la actualidad cada vez pagamos más comisiones y gastos por el uso de las tarjetas.

Un buen ejemplo lo tenemos en la disposición de dinero en metálico con tarjeta de crédito. En el peor de los casos, además de las comisiones por intereses de disposición en metálico, vamos a tener que sumar un coste añadido (habitualmente fijo) por sacar dinero en un ATM distinto al de nuestro proveedor, y, otra comisión añadida por disposición a crédito. Esto hace que, al final, las operaciones en metálico resulten realmente caras.

Los riesgos de seguridad en las tarjetas

Tal vez no deba considerarse exactamente como una desventaja, pero, sin duda es un elemento negativo a tener en cuenta cuando hablamos de este producto financiero.

Fundamentalmente en la última década se ha progresado de manera notable en cuanto a la seguridad de las tarjetas de crédito. No obstante, el fraude por tarjeta sigue siendo uno de los más presentes en las denuncias por fraudes financieros en nuestro país.

La tarjeta, con su uso físico y presencial, asume riesgos de robo, falsificación, suplantación, etc. Son riesgos que, aunque se han minimizado con las nuevas medidas de seguridad incorporada, siguen existiendo, y se puede considerar una desventaja frente a otros métodos de pago más novedosos, como los pagos a través de dispositivos móviles en los que los niveles de protección pueden llegar a ser superiores.

Paradójicamente, los pagos a través de dispositivos móviles, habitualmente van a necesitar estar asociados a una tarjeta de crédito o débito.

En definitiva, se trata de una herramienta de pago imprescindible, que ha superado hace tiempo a los pagos en metálico en cuanto a volumen de dinero gestionado en pagos, pero que no deja de tener desventajas.

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